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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXXVII

Que la autoridad de las profecías es más antigua que el origen y principio de la filosofia de los gentiles.


En la época en que florecieron nuestros profetas, cuyos libros han llegado ya á noticia de casi todas las naciones, aun no existía filósofo alguno entre los gentiles, ni quien hubiese tenido tal nombre, porque éste tuvo su exordio en Pitágoras, natural de la isla de Samos, quien comenzó á ser famoso cuando salieron los judíos de su cautiverio; luego con mayor motivo se deduce que los filósofos que le sucedieron fueron muy posteriores en tiempo á los profetas; porque el mismo Sócrates, natural de Atenas, maestro de los que entonces florecieron, y son los principes de aquella parte de la filosofía que se llama moral ó activa, se sabe por las Crónicas que vivió después de Esdras. A poco tiempo nació Platón, que sobresalió en muchos grados á los demás discípulos de Sócrates. Y si quisiéramos añadir á éstos los que les precedieron, que aun no se llamaban filósofos, esto es, los sabios, y después los físicos que sucedieron á Thales en la indagación de las causas naturales, imitando su estudio y profesión, es á saber, Anaximandro, Anaximenes, Anaxágoras y otros varios, antes que Pitágoras se llamase filósofo, ni aun éstos preceden en antigüedad á todos nuestros profetas, porque Thales, después del cual siguieron los otros, dicen que floreció reinando Rómulo, cuando brotó el raudal de las profecías de las fuentes de Israel, en aquellas sagradas letras que se extendieron y divulgaron por todo el mundo. Así, pues, solos los teólogos poetas Orfeo, Lino y Museo, y algunos otros que hubiera entre los griegos, fueron primero que los profetas hebreos, cuyos