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San Agustín

el método y razón de la prudencia dándosela á Jacob su siervo, y á Israel su querido, y después apareció en la tierra y vivió con los hombres». Algunos atribnyen este testimonio, no á Jeremías, sino á su amanuense ó secretario llamado Baruc; pero la opinión más común es que sea de Jeremías. Igualmente el mismo Profeta, hablando del mismo Señor, dice (1): «Vendrá día, dice el Señor, en que daré á David una semilla y descendencia justa; reinará siendo rey, será sabio y prudente, y hará juicio y justicia en la tierra; en tiempo de éste se se salvará Judá, Israel vivirá seguro, y este es el nombre con que le llamarán Señor, nuestro Justo». Y fuera de la vocación futura de las gentes, que ahora vemos cumplida, habló de esta manera: «Señor, Dios mío, y mi refugio en el día de mis tribulaciones, á,ti acudirán las gentes desde los últimos fines de la tierra, y dírán: en realidad de verdad que nuestros padres adoraron simulacros é ídolos vanos que no eran de provecho alguno. Y que no habían de reconocerle los judíos como á verdadero Mesías, quienes, además de su incredulidad, habían de perseguirle hasta quitarle la vida con afrentosa muerte, nos lo da á entender el mismo Profeta por estas palabras: «Grave y profundo es el corazón del hombre. ¿Quién hay que pueda conocerle?» Suyo es también el testimonio que cité en el libro XVII, cap. III, diciendo que habló del Nuevo Testamento, cuyo medianero es Cristo, porque el mismo Jeremias dice: «Vendrá tiempo, dice el Señor, en que acabaré de sentar y realizar un testamento y pacto nuevo con la casa de Jacob», y lo demás que allí expresa. Entretanto alegaré lo que el profeta Sofonías, que vaticinó en tiempo de Jeremías, dijo de Cristo con estas expresiones (2): (1) Jeremias, cap. III.

(2) Sophonías, cap. II, v. 2.