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La ciudad de Dios

da con la alabanza del mismo Señor y no con la suya, para que el que se gloría, se gloríe en el Señor». Con todo, me parece mejor lo que se lee en algunos libros: gaudebo in Deo Jesu meo, me holgaré en Dios mi Jesús, que no lo tienen otros, los que queriéndolo poner en latín, no pusieron este nombre que nos es á nosotros más amoroso y más dulce de nombrar.



CAPÍTULO XXXIII

Lo que Jeremias y Sofonias, con espiritu profético, dijeron de Cristo y de la vocación de los gentiles.


Jeremías es de los profetas mayores, así como lo es también Isaias, y no de los menores, de cuyos libros hemos ya relacionado algunas particularidades. Profetizó reinando en Jerusalén Josias, y en Roma Anco Marcio, aproximándose ya la época de la cautividad de los judios. Extendió aus profecías hasta el quinto mes del cautiverio, como se halla en sus libros. Ponen con él á Sofonías, uno de los menores, porque también dice él que profetizó en tiempo de Josías; pero hasta cuando, no lo dice. Vaticinó Jeremías, no sólo en tiempo de Anco Marcio, sino también de Tarquino Prisco, que fué el quinto rey de los romanos; mediante á que éste, cuando sucedió el cautiverio, ya había comenzado á reinar; por eso, profetizando de Cristo, dice Jeremías: «Prendieron á Cristo nuestro Señor, que es el espíritu y aliento de nuestra boca, por nuestros pecados», mostrando brevemente con esto que Cristo es nuestro Dios y Señor, y que padeció por nosotros. Asimismo en otro lugar se lee (1): «Este es mi Dios, y no se debe hacer caso de otro en comparación; es el que habló y dió todo (1) Barue, cap. III.

TOMO IVar