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La ciudad de Dios

bajo la obediencia de su rey: «tus flechas irán á la luz», esto es, no serán ocultas, sino manifiestas las palabras de tu predicación. «Al resplandor de los relámpagos de tus armas», ha de entenderse que oirán tus tiros: porque el Señor dijo á sus discípulos: «lo que os digo en secreto, predicadło en público». «Con tus amenazas abatirás los hombres, y con tu furor y saña derribarás y sojuzgarás las gentes»; porque á los que se ensalzaren y ensoberbecieren, los quebrantarás con el rigor de tu castigo. «Saliste para salvar á tu pueblo y para salvar á tus ungidos, enviaste la muerte sobre las cabezas y sobre los mayores pecadores». Esto no necesita otra explicación. «Los cargaste de prisiones hasta el cuello. También se pueden entender aquí las prisiones buenas de la sabiduría, de manera que «metan los pies en sus grillos y el cuello en su argolla.» «Rompístelas hasta causar terror y espanto»: entiéndense las prisiones, por cuanto les puso las buenas y les rompió las malas, por las cuales dice el Real Profeta: «Rompiste mis lazos y prisiones, y esto hasta excitar un terrible espanto», esto es, maravillosamente. «Las cabezas de los poderosos se moverán con ella», es á saber, con la admiración y espanto. «Abrirán sus bocas y comerán como el pobre, que come en lo escondido», porque algunos judíos poderosos acudieron al Señor admirados de lo que hacía y decía, y hambrientos y deseosos del pan saludable de su doctrina, lo comían en los lugares más ocultos y retirados por miedo de los judios, como lo dice el Evangelio. «Metiste en el mar tus caballos, turbando la multitud inmensa de las aguas», las cuales ¿qué otra cosa son, sino muchos pueblos? porque.ni huyeran los unos con temor, ni acometieran y persiguieran los otros con furor si no se turbaran todos.

«Reparé y quedó absorto mi corazón, viendo lo que yo mismo decía por mi boca: penetró un extraño temblor