teriosa profundidad profética con que era justo vaticinárnoslo, donde dice (1): «nos sanará después de dos días y al tercero resucitaremos», porque conforme á este presagio, es lo que dice el apóstol (2): «si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas celestiales». Amós habla también sobre esto mismo así (3): «Disponte, joh Israel! para invocar á tu Dios, porque yo soy el que for ma los truenos, cría los vientos y el que anunció á los hombres á su Cristo». Y en otro lugar dice (4): «En aquel día volveré á levantar el tabernáculo de David, que se había caído, y reedificaré sus ruinas, lo que había padecido del notable daño, lo levantaré y repararé como estaba antes en tiempos antiguos, de forma que las reliquias de los hombres y de todas las naciones que se apellidan con mi nombre me busquen, y lo dice el mismo Señor que ha de obrar estos prodigios».
CAPÍTULO XXIX
El profeta Isaías no es del número de los doce profetas que llamamos menores, porque sus vaticinios son breves y compendiosos respecto de aquellos que, por ser más extensos sus escritos, los llamamos mayores, uno de los cuales es Isaías, á quien pongo con los dos ya citados, mediante á haber profetizado en unos mismos tiempos. Isaías, pues, entre las operaciones inicuas que (1) Oseas, cap. VII.
(2) San Pablo, ep. á los Corinth.
(3) Amos, cap. V.
(4) Amos, cap. y.