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San Agustín

gún tanto el cantiverio de los judíos, hizo que cincuenta mil de ellos volviesen & Jerusalén con el encargo de restaurar el templo, los cuales comenzaron solamente á poner los primeros fundamentos y edificaron el altar; porque inquietados y molestados por los enemigos, no pudieron continuar su obra, y la suspendieron hasta el reinado de Darío. Por este mismo tiempo también sucedió lo que se reflere en el libro de Judit, el cual, dicen que los judíos no lo admiten entre las Escritures canonicas. Así, pues, en tiempo de Darío, rey de los persas, cumplidos los setenta años que había anunciado el profeta Jeremías, se concedió libertad á los judíos, eximiéndolos de su cautiverio. Reinaba entonces Tarquino, séptimo rey de los romanos, quienes desterrando á éste, comenzaron á vivir libres del dominio de sus reyes, y hasta este tiempo hubo profetas en el pueblo de Israel, los cuales, aunque han sido muchos, con todo, así entre los judíos como entre nosotros, se hallan pocas Escrituras canónicas suyas; de ellos prometí insertar algunas en este libro cuando estaba para concluir el anterior, y ya me parece estoy en estado de cumplir mi oferta.



CAPÍTULO XXVII

De los tiempos de los profetas, cuyos vaticinios tenemos por escrito, quienes dijeron muchas cosas sobre la vocación de los gentiles al tiempo que comenzó el reino de los Romanos y feneció el de los Asirios.


Para que podamos notar sin equivocación los tiempos, retrocederemos algún tanto. Al principio del libro del profeta Oseas, que es el primero de los doce profe-