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La ciudad de Dios

engañador que nos dijo «seréis como dioses», y apartándonos del verdadero Dios, por cuya voluntad y gra cia fuéramos dioses por participación y no por rebelión.

Porque ¿qué hicimos sin él sino deshacernos, enojándole? Por él, creados y restaurados con mayor gracia, permaneceremos descansando para siempre, viendo cómo él es Dios, de quien estaremos llenos cuando él será todas las cosas en todos. Aun nuestras mismas obras buenas, que son antes suyas que nuestras. entonces se nos imputarán para que podamos conseguir este sábado y descanso, porque si nos las atribuyéramos á nosotros fueran serviles, supuesto que dice Dios del sábado: que no practiquemos en él obra alguna servil». Y por eso dice también por el profeta Ecequiel: «les di mis sábados en señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy el Señor que los santifico». Esto lo sabremos perfectamente cuando estemos descansando y perfectamente veamos que él es Dios.

El mismo número de las edades, como el de los días, si lo quisiéramos computar conforme á aquellos períodos ó divisiones de tiempos que parece se hallan expresos en la Sagrada Escritura, más evidentemente nos descubrirá este Sabatismo ó descanso; porque se halla el séptimo de manera que la primera edad casi al tenor del primer día venga á ser deade Adán hasta el Diluvio, la segunda desde éste hasta Abraham, no por la igualdad del tiempo, sino por el número de las generaciones, porque se halla que tienen cada una diez. De aquí, como lo expresa el evangelista San Mateo, siguen tres edades hasta la venida de Jesucristo, las cuales cada una contiene catorce generaciones: una desde Abraham hasta David, otra desde éste hasta la cautividad en Babilonia, y la tercera desde aquí hasta el nacimiento de Cristo en carne. Son, pues, en todas cinco.

La sexta es la que corre ahora, la cual no la podemos