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La ciudad de Dios

mos del Profeta Eliseo, ¿no nos muestra bastante que se pueden ver las cosas corporales, no sólo por el cuerpo, sino también por el espíritu? Pues cuando aquel siervo tomó los dones, sin duda los tomó corporalmente, y sin embargo el Profeta lo vió, no por el cuerpo, sino por el espíritu. Así como cousta que se ven los cuerpos con el espíritu, ¿quién sabe si será tan grande la potencia del cuerpo espiritual, que con el cuerpo veamos también el espíritu? Porque espíritu es Dios. Además, cada uno conoce y tiene noticia de la vida con que ahora vive en el cuerpo, y con que vegeta estos miembros terrenos y los hace que vivan, lo conoce, digo, con el sentido interior y no por los ojos corpóreos: y las vidasde los otros, siendo invisibles, las ve por el cuerpo; porque ¿cómo diferenciamos los cuerpos vivientes de los no vivientes, si no vemos los cuerpos juntamente y las vidas, las cuales no podemos ver sino por el cuerpo?

Las vidas sin los cuerpos no las vemos con los ojos corpóreos, por lo cual puede ser y es muy creible, que de tal manera vemos entonces los cuerpos del cielo nuevo y de la tierra nueva, como veamos á Dios en todas partes presente y gobernando todas las cosas, aun las corporales, con los cuerpos que tendremos; y lo que viéremos por donde quiera que extendiésemos la vista, lo veremos con clarísima perspicacia, no como ahora que las cosas invisibles de Dios las vemos como un espejo en enigma y en parte», conociéndolas por las cosas criadas; valiéndonos más la fe con que creemos, que las especies de las cosas corporales que vemos por los ojos corporales. Así como vemos á los hombres entre los cuales vivimos y ejereitamos nuestros movimientos vitales; y, viéndolos, no creemos que vivensino que los vemos, sin que podamos ver su vida sin los cuerpos y la vemos por los cuerpos, sin que haya en ello duda alguna; así, por donde quiera que lleváre-