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La ciudad de Dios

curado de la lepra, cosa que el perverso siervo, como no le veía su señor, pensaba que lo había ejecutado en secreto, ¿cuánto más los santos en aquel cuerpo espíritual verán todas las cosas, no sólo cerrados los ojos, sino también estando con los cuerpos ausentes? Porque estará entonces en su colmo y perfección aquello de que ha hablado el Apóstol, diciendo: «En parte, y no del todo, sabemos ahora, y en parte vaticinamos; pero cuando viniere lo que es perfecto, lo que es en parte se deshará». Después, para manifestarnos del modo que podía con alguna semejanza lo mucho que dista esta vida de la otra que esperamos, no sólo de cualquiera personas, sino de los que en la tierra florecieron en particular santidad, dice: «Cuando era pequeño, como pequeño sabía, como pequeño hablaba, como pequeño discurría; pero hecho ya hombre, deje las cosas que eran de niño. Vemos ahora por espejo en enigma, pero entonces veremos cara á cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré, así como soy conocido». Luego si en esta vida (donde la profecía de los hombres admirables debe compararse á aquella vida como la de un niño respecto de la de un hombre), vió, sin embargo, Eliseo cómo tomaba su criado los dones, en parte donde él no estaba, ¿es posible que cuando venga lo que es perfecto, y cuando el cuerpo corruptible no agravará ya ni comprimirá el alma, sino que siendo incorruptible no estorbará, aquellos santos han de tener necesidad de ojos corpóreos para ver loque hubieren menester, de los que no tuvo necesidad Eliseo, estando ausente, para ver á su criado? Porque según los Setenta intérpretes, estas son las palabras que dijo el profeta á Giezi: «¿Acaso no iba mi espíritu contigo y vi que volvió aquel personaje de su carroza á encontrarte y recibiste el dinero, etc.»? O como las interpretó del hebreo el presbítero Jerónimo: «¿Acaso