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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXVIII

Las opiniones de Platón, Labeón y Varrón rennidas, confirman lo que creemos de la resurrección de la carne.


Alguno de nuestros cristianos aficionados á Platón por cierta excelencia que tiene en el decir, y por algunas máximas ciertas que estableció, dicen que opinó también algo que frisa y corresponde con lo que nosotros opinamos acerca de la resurrección de los muertos. Así lo toca Tulio en los libros de República dando á entender haberlo dicho Platón, más por vía de ficción y fábula que porque quisiese decir que era verdad. Porque supone que revivió un hombre, y refiere algunas particularidades que convenian con doctrina Platón.

También Labeón refiere que en un mismo día acertaron á morir dos, á quienes después les mandaron volver á sus cuerpos, y encontrándose después en la encrucijada de una calle, pactaron mútuamente vivir en perpetua amistad, y que así se verificó, hasta que, pasado algún tiempo, volvieron á morir. Pero estos autores nos refieren que acaeció la resurrección de éstos del mismo modo que fué la de aquellos que sabemos resucitaron y volvieron á esta vida, pero no para que nunca ya muriesen. Un prodigio más admirable cuenta Varrón en los libros que escribió sobre el origen de las familias del pueblo romano, cuyas palabras tuve por conveniente insertar aquí: «Algunos astrólogos escriben, diceque hay para renacer los hombres la que llaman los griegoa Palingenesia ó regeneración: ésta escriben que se hace en la revolución cuatrocientos y cuarenta años, para que el mismo cuerpo y la misma alma que una vez estuvieron juntos en un hombre, vuelvan otra vez á incorporarse. Este Varrón, ó aquellos no sé que astrólo-