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San Agustín

cristianos. Platón dijo que las almas no podían estar eternamente sin los cuerpos: por eso sentó que las almas de los sabios, al cabo de algún tiempo, por largo que fuese, habian de volver á los cuerpos. Y Porfirio dijo que cuando el alma volviese purificada al Padre, nunca más regresaría á los males actuales del mundo.

Si lo verdadero que vió Platón se lo comunicara á Porfirio, que las almas, y aun las más purificadas de los justos y sabios habían de restituirse á los cuerpos humanos, y, por otra parte, si lo verdadero que vió Porfirio se lo expusiera á Platón, que las almas santas jamás habían de volver á las miserias del cuerpo corruptible, de forma que no dijera cada uno de por sí una de estas dos cosas sola, sino ambas y cada uno de ellos dijeran las dos, presumo que advertirían que era ya consecuencia legítima el que volviesen las almas á los cuerpos, y que recibiesen y adquiriesen tales cuerpos, que en ellos viviesen bienaventurada é inmortalmente.

Porque, según Platón, hasta las almas santas han de regresar á los cuerpos humanos, y según Porfirio, las almas santas no han de volver á pasar los males presentes del siglo. Diga, pues, Porfirio con Platón, que volverán á los cuerpos; y diga Platón con Porfirio, que no volverán á los males, y se concordarán así, en que volverán á unos cuerpos en que no padezcan mal alguno.

Estos no serán sino aquellos que prometió Dios, es de cir, que las almas bienaventuradas habían de vivir eternamente con sus cuerpos eternos; cosa que, á lo que entiendo, los dos nos concederían ya fácilmente, supuesto que confiesan que las almas de los santos han de volver á cuerpos inmortales, permitiéndoles volver á los mismos en que sufrieron los males de este siglo, y en que, para librarse de estas penalidades, sirvieron á Dios piadosa y santamente.