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La ciudad de Dios

duda que no pondrán duda en que, según Platón, aquel Dios prometió á los dioses que hizo lo que era imposi ble; pues el que dice: «Aunque vosotros no podéis ser inmortales»», ¿qué otra cosa da á entender sino que lo que no puede ser, lo seréis haciéndolo yo? Resucitará pues, la carne incorruptible, inmortal y espiritual, el que, según Platón, prometió que haría lo que era imposible. ¿A qué efecto lo que prometió Dios, y lo que, prometiéndolo Dios, lo creyó el mundo, el cual asimismo prometió Dios que lo había de creer, todavía claman que es imposible, supuesto que nosotros clamamos que el que ha de obrar este portento es aquel Dios, que, aun según Platón, hace coвas imposibles? Así, pues, para que las almas sean bienaventuradas, no es necesario huir de todo lo que es cuerpo, sino recibir y tomar aquel cuerpo incorruptible. ¿Y en qué cuerpo inmortal é incorruptible es más conveniente y conforme á razón que se alegren y gocen, que en el mismo mortal y corruptible en que gimieron y padecieron? Porque de esta manera no habrá en ellos aquella cruel codicia que supone Virgilio siguiendo á Platón, cuando dice: «y volverán otra vez á desear restituirse a los cuerpos.» En esta conformidad, digo, no tendrán deseo ó codicia de volver á los cuerpos, mediante á que tendrán consigo los cuerpos donde desean regresar, y los tendrán de tal configuración, que nunca se hallarán sin ellos, nunca los dejarán por muerte, ni aun por un mínimo espacio de tiempo.



CAPÍTULO XXVII

De las definiciones contrarias de Platón y de Porfirio, en las onales, si ambos cedieran, ninguno se apartará de la verdad.


Platón y Porfirio, cada uno estableció su opinión, que si las pudieran comunicar entre si, se hicieran acaso