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La ciudad de Dios

medicamentos y auxilios ha descubierto para el gusto y apetito del paladar, cuántas salsas y excitativos del gusto ha inventado; y para declarar y persuadir aus conceptos y pensamientos, cuán gran multitud y variedad de señales, en las cuales tienen el primer lugar las palabras y las letras, y para deleitar los ánimos qué de expresiones donosas, graciosas y elocuentes; para suspender el oído, cuánta abundancia de diferentes poemas, qué de órganos é instrumentos músicos, qué de tonos y canciones ha inventado; qué admirables reglas de dimensiones y números y con cuánta sagacidad ha comprendido los movimientos, orden y curso de los astros, cuán exacta noticia ha alcanzado acerca de las cosas más señaladas del mundo? ¿Quién será bastante á referir todo esto, especialmente si quisiésemos no amontonarlo todo en un breve resumen, sino detenernos en cada asunto en particular? Finalmente, en defender los mismos errores y falsedades, ¿cuán sutil ingenio ban manifestado los filósofos y herejes, y quién será bastante á imaginarlo?

Hablamos ahora de la naturaleza del entendimiento humano con que se ilustra y adorna esta vida mortal, no de la fe y del camino de la verdad con que se adquiere aquella inmortal; siendo el autor de esta tan esclarecida naturaleza Dios verdadero y sumo, administrando sabiamente él mismo todo lo que crió y teniendo en topo suma potestad y suma justicia, sin duda que jamás cayera en estas miserias, ni de ellas, exceptuados solos los que se han de salvar, viniera á dar en las penas eternas si no hubiera precedido un pecado tan execrable y transcendente á la posteridad. Pues aun en el mismo cuerpo, aunque en ser mortal, le tengamos común con las bestias y sea más débil que muchas de ellas.

¿cuán grande es la bondad de Dios que se descubre, cuán grande la providencia que campea del sumo Cria

Tomo IV.
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