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San Agustín

de Adán en tenebroso seno, de donde el hombre no puede salir y librarse sin penalidad, dolor y temor? ¿Qué otra cosa nos demuestra el mismo amor y deseo de tan tos objetos vanos y perjudiciales, y los daños que de ellos dimanan, los cuidados penosos, las turbaciones, tristezas, miedos, los desordenados contentos, las discordias, debates, guerras, asechanzas, enojos, enemistades, engaños, lisonjas, cautelas, robos, traiciones, soberbías, ambiciones, envidias, homicidios, parricidíos, erueldades, fierezas, bellaquerías, disoluciones, travesuras, desvergüenzas, deshonestidades, fornicaciones, adulterios, incestos, y tantos estupros y torpezas contra el natural decoro de ambos sexos, que aun es acción reprensible el referirlas, sacrilegios, heregías, blasfemias, perjurios, opresiones de inocentes, calumnias, engaños, prevaricaciones, falsos testimonios, injusticias, violencias, latrocinios, y todo lo que de semejantes males no me ocurre ahora á la memoria, y sin embargo no faltan en esta vida de los hombres? Y aunque estas maldades son propias y características de los hombres malos, no obstante, proceden de aquella raíz del error y del perverso amor y deseo con que nacen todos los hijos de Adán. ¿Y quién hay que no sepa con cuánta ignorancia de la verdad, que en los niños se advierte, y con cuánta redundancia de vana. codicia que en los muchachos comienza ya á pulular y descubrirseentra el hombre en esta vida de manera que si le dejan vivir como quiere, y hacer todo lo que se ofrece á su capricho, viene á caer en estos vicios y excesos, en todos ó en muchos de los que he nombrado, y en otros que no he podido exponer?

Pero como la Providencia divina no desampara del todo á los condenados, y Dios no detiene en su ira sus misericordias, en los mismos sentidos de los hombres están velando la ley y la instrucción contra estas tinie-