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San Agustín

también proconsul, persona muy elegante y de una dilatada instrucción en las ciencias, hablando un día conmigo de Cristo, sacó un libro diciendo que eran los versos de la Sibila Erithrea, mostrándome un lugar donde en los principios de los versos había cierto orden de letras dispuestas en tal conformidad, que decían así: Jesus Christos Tu Yos Soter, que quiere decir en el idioma latino: Jesus Christus, Dei Filius Salvator, Jesucristo, hijo de Dios, Salvador del mundo. Estos versos, cuyas primeras letras hacen el sentido que he explicado del mismo modo que los interpretó un sabio en versos latinos, que existen, contienen lo que se sigue: «Sudará la tierra, será señal del juicio: del Cielo bajará el Rey Sempiterno, vestido como está de carne, á juzgar á todos los hombres, en cuyo acto verán los fieles y los infieles á Dios al fin del siglo sentado en un elevado trono, y acompañado de los santos; delante de cuya presencia se presentarán las almas con sus propios cuerpos para ser juzgadas: estará el orbe inculto con espesos matorrales, desecharán los hombres los simulacros, y todas las riquezas y tesoros escondidos. Abrasará la tierra el fuego, y discurriendo por el cielo y por el mar, quebrantará las puertas del tenebroso inflerno. Entonces todos los cuerpos de los santos, puestos en libertad, gozarán de la luz; y á los malos y pecadores los abrasará la llama eterna. Todos descubriendo los secretos de sus conciencias, confesarán sus culpas, y Dios pondrá patente lo más escondido del corazón: habrá llantos, estridor ó erugido de dientes: se obscurecerá el sol, y las estrellas perderán su alegría: se deshará el cielo, la luna perderá su resplandor: abatirá los collados, y alzará los valles: no habrá en las cosas humanas cosa alta ni encumbrada; se igualarán los montes con los campos, el mar no podrá ser surcado ni navegado: la tierra se abrasará con rayos, las fuentes y los ríos se seca-