Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/434

Esta página no ha sido corregida
432
San Agustín

xión flaca o gruesa ser allá lo mismo que, si pudieran, no quisieran haber sido tampoco acá. Porque toda la hermosura del cuerpo resulta de la congruencia y simetría de las partes ordenadas con cierta suavidad de color. Donde no hay conformidad de partes suele ofender alguna cosa, ó porque es pequeña, ó porque es demasiada. Y así no habrá deformidad alguna de las que hacen la incongruencia de las partes; pues lo que estuviere mal se corregirá, lo que fuere menos de lo que conviniere al decoro lo suplírá el Criador con su inflnita sabiduría, y lo que fuere más de lo que conviene lo quitará, conservando la integridad de la materia. ¿Y cuán grande será la suavidad del color «donde los justos resplandecerán como el Sol en el reino de su Padre»? Quyo resplandor debemos creer que cuando resucitó Cristo antes se les encubrió á los ojos de sus discípulos, que imaginar que le faltó á su glorioso cuerpo; porque no pudiera sufrirle la debilidad de la vista humana, y debía dejarse ver de los suyos en la forma que le pudiesen conocer. Con este fin fué también el patentizarles las cicatrices de sus sacratísimas llagas á los que le palpaban y tocaban, y el comer y beber, no porque tenía necesidad de alimento, sino porque tenía amplia potestad para poderlo hacer. No se ve un objeto aunque esté presente, por los que ven otros que asimismo están presentes, como decimos que estuvo aquel. resplandor y claridad, sin que la viesen los que veían otras cosas. En griego se llama esto aorasia, y no pudiéndolo decir en latín nuestros intérpretes, tradujeron en el Génesis por ceguera. Esto fué lo que les dió á los de Sodoma cuando buscaban la puerta del santo varón Lot, y no la podían hallar, la cual, si fuera ceguera, que es por la que nada puede verse, buscaran, no la puerta por donde entrar, sino quien los encaminara y dirigiera á ella.