Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/418

Esta página no ha sido corregida
416
San Agustín

bres ya inmortales, virtud con que puedan habitar también en el supremo cielo. Además, los mismos animales terrestres que no pueden volar, entre quienes se comprenden los hombres, por necesidad habían de vivir debajo de la tierra, como los peces, que son animales acuáticos, debajo del agua. ¿Por qué causa el animal terrestre no vive á lo menos en el segundo elemento, que es el agua, sino en el tercero, pues siendo de la tierra, si le obligan á que viva en el segundo elemento que está sobre la tierra, luego se ahoga, y para vivir vive en el tercero? ¿Acaso procede errado este orden de los elementos, ó, por mejor decir, no está el defecto en la naturaleza, sino en el discurso y argumento de estos ilusos? Dejo de decir lo que ya he expuesto en el libro XIII, cap. XVIII; cuántos cuerpos terrestres graves hay, como el plomo, y, sin embargo, el artifice les da forma aparente con que puedan nadar sobre el agua, y niegan al Todopoderoso facultad de dar al cuerpo humano una cualidad y consistencia con que pueda ir al cielo y estar en el cielo. Ya pues, contra lo que insinué arriba, los que meditan y filosofan sobre este orden y serie de los elementos en que se fundan y estriban, no hallan ni tienen que decir; porque si es la tierra la primera, midiendo desde lo más bajo del globo, y ascendiendo hacia el cielo, el agua la segunda, el tercero el aire, el cuarto el cielo, sobre todos está la natu raleza del alma, porque hasta Aristóteles dijo que era el quinto cuerpo, y Platón que no era cuerpo. Si fuese el quinto, á lo menos sería superior á los demás; pero si no es cuerpo, será mucho más superior á todos. ¿Qué hace, pues, en el cuerpo terreno? ¿Qué obra en esta máquina lo que es más sutil é imperceptible que todos los cuerpos? ¿Qué hace en este peso y gravedad la que es más ligera y menos pesada que todos? ¿Y qué hace en esta forma tan tarda y pesada la que es más ligera