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La ciudad de Dios

nombre, fué añadido al número de los dioses, que ellos á sí mismos se formaban: aunque hubo otros que no quisieron escribir que le mataron en la guerra, sino dije ron que no pareció, y que tampoco el monte se llamó así de su nombre, sino por la venida de las aves, le pusieron Aventino. Después de éste no hicieron dios alguno en el Lacio sino á Rómulo, fundador de Roma, y entre éste y aquél se hallan dos reyes, el primero de los cuales,.por nombrarle con las mismas palabras de Virgilio, diremos: «es Procas el valiente, gloria y honor de la gente troyana». En cuyo tiempo, porque ya en algún modo se iba disponiendo el principio y origen de la ciudad de Roma, aquel reino de los Asirios, que en grandeza excedía á todos, acabó al fin, habiendo durado tanto, porque se trasladó á los Medos casi después de 1305 años, contando también el tiempo de Belo, padre de Nino, que fué el primero que reinó allí, contentándose con un pequeño reino. Procas reinó antes de Amulio, y éste hizo incluir entre las religiosas vírgenes vestales á una hija de su hermano Numitor, llamada Rea, que se decía también Ilia, la cual vino á ser madre de Rómulo.

Suponen que concibió de Marte dos hijos gemelos, honrando y excusando de este modo su estupro, y apoyándolo con que á los muchachos ó niños expuestos los crió una loba; porque este género de animales sostienen que pertenece á Marte, y para que efectivamente se crea que les dió los pechos á los niños porque conoció que eran hijos de Marte, su señor; aunque no falta quien diga que estando los niños expuestos á la fortuna llorando amargamente, los recogió al principio cierta ramera que fué la primera que les dió de mamar. Entonces á las rameras llamaban lupas ó lobas, y así los lugares torpes donde ellas habitaban se llaman aun ahora lupanares. Consta en la historia que estos tiernos infantes vinieron después á poder del pastor Faus-