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La ciudad de Dios

los hebreos era juez Sansón, del que, como fué tan fuerte y valeroso, se creyó haber sido Hércules. Como Eneas no pareció cuando murió, le hicieron su dioslos latinos. Los sabinos á su primer rey Sango, ó como otros le llaman Santo, le pusieron asimismo en el catá—logo de los dioses. Por el mismo tiempo Codro, rey de Atenas, se ofreció de incógnito á los peloponesos, enemigos de sus vasallos, para que le matasen, y así sucedió, y de este modo blasonan que libertó á su patria: porque los peloponesos supieron por un oráculo que saldrían victoriosos si lograban no matar al rey de sus contrarios; pero éste los engañó, vistiéndose un traje común y provocándolos á que le matasen, trabando con ellos una pendencia; de aquí la frase de Virgilio «las pendencias de Codro». También á éste le honraron los atenienses con sacrificios como á dios. Siendo rey cuarto de los latinos Silvio, hijo de Eneas, no habido en Creusa, cuyo hijo fué Ascanio, el tercero que allí reinó, sino en Lavinia, hija de Latino, quien dicen haber nacido después de muerto su padre Eneas, y reinando en Asiria Oneo el XXIX, en Atenas Melanto el XVI, y siendo juez entre los hebreos el sacerdote Helí, se acabó el reino de los Sicionios, el cual aseguran que duró 959 años.



CAPÍTULO XX

De la sucesión del reino de los israelitas después de los jueces.


Después, reinando los mismos en los insinuados pueblos, concluído el gobierno republicano de los jueces, princípió el reino de los israelitas en Saúl, en cuyo tiempo floreció el profeta Samuel, desde el cual comenzó á