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San Agustín

méritos pudieron alcanzar la posesión de aquel ameno lugar, sino que añade (1): «y los que con sus obras obligaron á otros á que se acordasen de ellos». Es á la letra como si les dijera lo que de ordinario suele decir un cristiano, cuando humildemente se encomienda á á algún justo que es Santo, y dice: acordaos. Señor, de mí, y para que sea más factible, procura merecerlo haciéndole obras buenas. Pero cuál sea este método y cuáles los pecados que nos impiden el poder conseguir el reino de Dios, y sin embargo, podemos alcanzar indulgencia y perdón de ellos por los méritos de los santos nuestros amigos, es sumamente dificultoso el averiguarlo y peligrosísimo el definirlo. Yo á lo menos, aunque hasta ahora no he cesado de trabajar por saberlo, no he podido darle alcance ó comprenderlo. Y quizá se se nos esconden, para que no aflojemos en el cuidado de guardarnos generalmente de todos los pecados. Por que si se supiesen cuáles son los pecados por los cuales aunque permanezcan todavía, y no se hayan redimido mejorando la vida, se debe solicitar y esperar la intercesión de los santos, la flojedad humana seguramente se implicaría en ellos, y no cuidaría de desenvolverse de semejantes enredos con el auxilio de alguna virtud, sino sólo pretendería librarse con los méritos de otros, cuya amistad hubiese granjeado con las limosnas hechas mediante la ganancia ó tesoro de la iniquidad; pero no sabiéndose la cualidad de este pecado redimible, aunque persevere, sin duda se pone más cuidado y más vigilancia en aprovechar y mejorar la vida, instando en la oración, y no sé deja tampoco el cuidado de procurar la amistad de los santos con la riqueza mal adquirida. Esta liberación, que procede, ó de las oraciones que cada uno hace por sí ó de la intercesión de los (1) Virgilio, lib. VI. Eneida.