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La ciudad de Dios

nosotros perdonamos á nuestros deudores», no sólo se dice, sino también se hace. Se dice porque se cometen pecados, y no por cometerlos: mediante á que por esta oración nos quiso enseñar el Salvador que por más justa y santamente que vivamos en las tinieblas y flaquezas de esta vida no nos faltan pecados por los cuales debamos rogar para que se nos perdonen, y perdonar nosotros á loa que pecan contra nosotros, para que igualmente nos perdonen á nosotros. Así, pues, no dice el Señor: «si perdonaseis á los hombres sus pecados, os perdonará á vosotros vuestro Padre los vuestros»; para que, confiados en esta oración, pudiésemos pecar cada dia con seguridad, ó por ser tan poderosos que nada se nos diera de las leyes humanas, ó por ser tan astutos que engañáramos á los mismos hombres; sino para que supiésemos que no estábamos sin pecados, aunque estuviésemos libres de los mortales. Advirtió esto mismo el Señor á los sacerdotes de la ley antigua en orden á sus sacrificios, á los cuales ordenó que los ofreciesen primeramente por sus pecados, y después por los del pueblo. También se deben mirar con advertencia las propias palabras de tan grande Maestro y Señor nuestro; pues no dice si perdonaseis los pecados de los hombres, también vuestro Padre os perdonará á vosotros cualesquiera pecados, sino que dice: vuestros pecados; porque enseñaba la oración que debían decir cada día, y hablaba con sus discípulos, que estaban sin duda jus tificados. ¿Qué quiere decir vuestros pecados, sino los pecados sin los cuales no os hallaréis ni aun vosotros que estáís justificados y santificados? Los que por esta oración buscan ocasión de poder pecar cada día mortalmente, dicen que el Señor significó también los pecados graves, porque no dijo os perdonará los pecados ligeros, sino vuestros pecados; pero nosotros, considerando la calidad de las personas con quienes hablaba,