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San Agustín

yo su esposa, de cuya cópula usa para el deleite carnal, sino las mismas cosas á que tenemos obligación natural, y se llaman piadosas, en que no hay estos deleites, amándolas como hombres carnalmente, no tienen á Cristo por fundamento; y por lo mismo, no por el fuego será salvo, sino que no se salvará por cuanto no podrá hallarse con el Salvador, quien hablando sobre este asunto con la mayor claridad, dice: «el que ama á su padre ó á su madre más que á mí, no es digno de mí; y el que ama á su hijo ó á su hija más que á mí, no es digno de mí»; pero el que á semejantes personas ama carnalmente, de forma que no las antepone á Cristo, y que quiere antes carecer de ellas que de Cristo, cuando llegare é este trance ha de salvarse por el fuego, mediante á que es necesario que la pérdida de ellas le cause tanto dolor cuanto era el entrañable amor que las tenía. Y el que amare á su padre y á su madre, hijos é hijas según Cristo, de suerte que cuide y mire por ellos, á fin de conseguir el reino de Cristo y unirse con él, ó que los ame porque son miembros de Cristo, por ninguna razón se halla este amor entre la leña, heno y paja para ser consumido, sino que totalmente será parte del edificio de oro, plata y piedras preciosas. ¿Y cómo puede amar más que á Cristo á los que en efecto ama por Cristo.



CAPÍTULO XXVII

Contra la opinión de los que se persuaden que no les han de hacer daño alguno los pecados que cometieron cuando ha oian limosnas.


Resta únicamente responder a los que dicen que sólo han de arder en el fuego eterno los que no cuidan