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San Agustín

mandamientos cuando contra sus preceptos prefiere, pecando, satisfacer sus apetitos. Así que, si un cristiano ama apasionadamente á una ramera, y uniéndose con ella forman un mismo cuerpo (1), en el fundamento no tiene ya á Cristo; pero si uno estima á su esposa si es según Cristo, ¿quién duda que por fundamento temdrá á Cristo? Y si es según este siglo carnalmente (2), «si con efecto de torpes apetitos, como lo hacen las gentes que no conocen á Dios», también permisivamente, y haciéndonos particular gracia de este don, nos concede el Apóstol, ó por mejor decir, por el Apóstol, Cristo que pueda tener por fundamento á Cristo, porque si no antepone á Cristo este apetito y deleite, aunque edifique encima leña, heno y paja, Cristo es el fundamento y por eso vendrá á salvarse por el fuego. Porque tales deleites y amores terrenos, aunque por la unión conyugal no son damnables, con todo, los quemará y acrisolará el fuego de la tribulación, á cuyo fuego pertenece también lo orfandad y cualquiera calamidades que nos privan de estos gustos. Por lo mismo al que las hubiere edificado será perjudicial esta edificación, mediante á que le privará de lo que edificó encima, y se afligirá y atormentará con la pérdida de los placeres, que alegraban; mas se salvará por este fuego por el mérito del fundamento, porque en caso que el perseguidor cruel le propusiese si quería más poseer tranquilamente sus deleites ó á Cristo, no preferiría aquellos á Cristo.

Adviertan cómo en las palabras del Apóstol no edifica sobre este fundamento oro, plata y piedras preciosas; «el que está, dice, sin mujer, cuida de las cosas de Dios, y de cómo agradará á este gran Señor». Miren cómo otro edifica leña, leno y paja; pero el que se halla caSan Pablo, I ep. á los Corintios, cap. VI.

San Pablo, I ep. á los Thesalonicenses, cap. IV, v. 5