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La ciudad de Dios

lerable cosa sea y cuán por extremo ajena y descaminada de la doctrina sana, que los más ó casi todos los que salen del gremio de la Iglesia católica siendo autores de heregías y haciéndose heresiarcas, sean mejores que los que nunca fueron católicos ó cayeron en los lazos de ellos, caso de que a los tales heresiarcas les hiciera esta mutacion de estado salir libres de eterno tormento, porque fueron bautizados en la Iglesia católica y recibieron al principio, estando en la unión del verdadero cuerpo de Cristo, el Sacramento del sacrosanto cuerpo de Cristo, pues sin duda es peor el que apostato y desamparó la fe y de apóstata se hizo cruel combatidor de la fe, que aquel que no dejó ni desamparó la que nunca tuvo. Lo segundo, porque también á éstos los ataja el Apóstol después de haber insinuado las operaciones de la carne, amenazándoles con la misma verdad (1): «que los que hacen semejantes obras no poseerán el reino de Dios: » Tampoco deben vivir seguros en sus malas costumbres los que aunque perseveran hasta casi el fin en la comunión de la Iglesia católica, por lo que dice la Escritura (2): «que el que perseverare hasta el fin, se salvará»; por la perversidad y mala disposición de su vida dejan y desamparan la misma justicia de la vida, que para llos es Cristo; ya sea fornicando, ó cometiendo en su cuerpo otras inmundicias y maldades, que el Apóstol relaciona, ó viviendo con exceso de regalos y torpezas ó haciendo parte de aquello que, según dice el Apóstol, priva del reino de Dios. Los que cometen tales vicios estarán en el tormento eterno, pues no podrán estar en el reino de Dios, porque perseverando en esta mala vida hasta los últimos períodos de la presente, (1) San Pablo, ep, á los Gálatas, cap. V.

(2) San Mateo, cap. X.