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La ciudad de Dios

misericordias, y hace Dios que no sean atormentados con tanta atrocidad de penas cuanta ellos merecen; no de tal forma que no padezcan jamás aquellas penas, ó que alguna vez se acaben, sino que las suiren más benignas y ligeras de lo que merecen. Porque asi quedará la ira de Dios, y no detendrá sus misericordias; entendiéndose que lo confirmó porque no lo contradijo.

Pero á los que piensan que se dijo más con amenaza que con verdad «idos de mi malditos, al fuego eterno (1), irán éstos al tormento eterno, y serán atormentados por los siglos de los siglos (2): el gusano de ellos no morirá, su fuego no se extinguirá»,, y lo demás que sigue, no tanto yo, como la misma Sagrada Escritura clara y plenamente los arguye y convence. Porque los Ninivitas en esta vida hicieron penitencia (3), y por ser en esta vida fructuosa, porque sembraron en este campo donde Dios quiso que se sembrase con lágrimas lo que después se segase y cogiese con alegría (4), con todo, ¿quién negará que se verificó en ellos lo que les anunció el Señor, á no ser que no advierta con reflexión cómo Dios suele destruir los pecadores, no sólo enojado, sino también teniendo de ellos misericordia?

Porque de dos maneras se suelen destruir los pecadores: ó como los Sodomitas cuando se castiga á los mismos hombres por sus pecados, ó como los Ninivitas cuando se destruyen los mismos pecados de los hombres por la penitencía. Sucedió, pues, lo que dijo el Señor; porque fué destruida Ninive, que era mala, y se edificó la buena, que antes no era, y quedando en pie los muros y las casas, se arruinó la ciudad en su mala vida y costumbres. Así, aunque el profeta se en(1) San Matco, cap. XXV.

(3) Apocalipsis, cap. XX. é Isaias, cap. LXI.

(3) Jonás, cap. III.

(4) Salmo XII,

Tomo IV.
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