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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXIV

Contra los que piensan que en el juicio ha de perdonar Dios á todos los culpados por la interessión de sus santos.


También esta doctrina procede contra los que, favoreciendo su causa, procuraran ir contra la palabra de Dios, como con una misericordia mayor, de forma que sea cierto lo que dijo Dios de que habían de padecer los hombres, no porque hayan de padecer, sino porque lo merecen. Los perdonará, dicen, por las fervorosas oraciones de sus santos, los cuales entonces rogarán tanto más por sus enemigos cuanto sean más santos, y su oración mús eficaz y más digna de que la oiga Dios, porque no tendrán ya pecado alguno. ¿Y por qué motivo con su misma perfectísima sanidad, y con aquellas oraciones purísimas y llenas de misericordia, poderosas para alcanzar todas las gracias, no rogarán también por los ángeles á quienes está preparado el fuego eterno, para que Dios temple su sentencia, la revoque y libre de aquel fuego voraz? ¿O acaso habrá alguno que presuma que también habrá esto de ser así, afirmando que igualmente los ángeles santos, juntamente con los hombres santos, que en aquella situación serán iguales á los ángeles de Dios, rogarán por los que habían de ser condenados, así ángeles como hombres, para que no padezcan por la misericordia lo que mere—cían en realidad, cosa que todo el que estuviese constante en la fe jamás lo dijo ni dirá? Porque de otra manera no habrá razon para que ahora no ruegue también la Iglesia por el demonio y sus ángeles, á quien su Maestro, Dios y Señor nuestro, la ordenó que rogase por sus propios enemigos. Así que, la razón que hay para que la Iglesia no ruegue por los ángeles malos, los