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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXII

De los que piensan que cumpliendo las obras de misericordia, los pecados que cometen no están sujetos al juicio de la condenación.


He hallado también otros que opinan que sólo han de arder en la eternidad de los tormentos los que no cuidaron de hacer por sus pecados las obras de misericordia y limosnas, conforme á la expresión del apóstol Santiago (1): «porque será juzgado sin misericordia el que no hubiere usado de misericordia»: luego el que la practicare, dicen, aunque no corrija ni modere su vida y costumbres, sino que, entre aquellas misericordias y limosnas que hiciere, viviere mal é inicuamente, con—seguirá en el juicio la misericordia, de manera que, ó no le castiguen con condenación alguna, ó después de algún tiempo corto ó dilatado, salga libre de aquella condenación. Y por eso piensan que el mismo juez de los vivos y de los muertos no quiso declarar que había de decir otra cosa, así á los de la mano derecha (2), á quienes ha de conceder la vida eterna, como á los de la siniestra, á quienes ha de condenar á los tormentos eternos, sino las limosnas y misericordias que hubieren hecho, ó hubieren omitido, A esto mismo dicen pertenece lo que pedimos diariamente en la oración del Padre nuestro (3), «perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos á nuestros deudores»; porque cualquiera que perdona el pecado al que pecó contra él, sin duda usa de misericordia, la cual en tales términos nos la recomienda el mismo Señor, que dijo: «si perdo(1) San Jacob, ep. Can., cap. II. v. 13.

(2) San Mateo, cap. XXV.

(3) Id., Evang., cap., VI, v. 12.

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