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San Agustín

nes é intercesión de sus santos; pues si rogaban por ellos cuando se veían perseguidos de sus enemigos, ¿con cuánta más razón cuando los verán postrados, humildes y arrepentidos? Porque no es creible, dicen, que los santos entonces hayan de perder las entrañas de misericordia cuando estarán plenísimos de perfectísíma santidad, y que los que rogaban por sus enemigos cuando ellos mismos tampoco se hallaban sin pecado, en aquella ocasión no rueguen por sus amigos humillados y rendidos cuando se hallarán libres de todo pecado; ó que no oirá Dios á tantos y tales hijos suyos cuando serán tan santos, que no se hallará en ellos impedimento alguno para oir sus oración. El testimonio del Real Profeta, que dice (1): «¿acaso se olvidará Dios de ser misericordioso, ó tendrá en su ira sus piedades?» Sólo los que lo alegan no quieren que los hombres infieles é impios sean atormentados sólo por un dilatado número de años, y que después salgan libres y absueltos de todos sus males, sino mucho más estos de que hablamos. Su ira es, dicen éstos, que todos los indignos de la eterna bienaventuranza por su sentencia sean castigados con pena eterna, cuya pena, si permitiere Dios ó que sea larga, ó siquiera alguna, contendría en su ira sus misericordias, lo cual dice el Real Profeta que no hará, pues al decir ¿acaso detendrá largo tiempo en su ira sus misericordias? manifiesta que del todo no las detendrá. Así, pues, opinan éstos que la amenaza del juicio de Dios no es falaz, aunque á ninguno haya de condenar, como no podemos decir que fué mentirosa su amenaza cuando dijo que había de destruir á Nínive, y, sin embargo, no tuvo efecto, dicen, lo que anunció, que seria sin arbitrio alguno, porque no dijo Ninive será destruída sino hicieren penitencia y se en(1) Salmo 76.