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La ciudad de Dios

cipio fué y le cupo por determinación de su paturaleza Hallanse referidas en los libros de Marco Varrón, intitulados de Las Familias del pueblo romano, estas mismas palabras que extractaré aquí según que allí se leen: In cælo mirabile extitit portentum, nam in stella Veneris nobilissima, quam Plautus Vesperuginem: Homerus Hespe ron appellat, pulcherrimam dicens: Castor scribit, tantum portentum extitisse, ut mutare colorem, magnitudinem, figuram, cursum, quod cacium ita, neque postea sit. Hoc factum Ogyge Rege, dicebant Adrastus Cizicenus, et Dion Neapolites, Mathematici. nobiles. «Sucedió, dice, en el cielo un maravilloso portento, porque en la ilustrisima estrella de Venus, que Plauto llama Vespérugo, y Homero Hespero, diciendo que es hermosísima; Castor escribe que se advirtió un portento tan singular, que mudó el color, magnitud, figura y curso, cayo fenómeno ni antes ni después ha sucedido. Esto dicen Adrasto Ciziceno y Dion Napolitano, famosos matemáticos, que aconteció en tiempo del rey Ogyges». Varrón, escritor de tanta fama, no llamara á esta extraña maravilla prodigio singular, si no le pareciera que era contra el orden de la naturaleza, pues decimos que todos los portentos son contra el orden de la naturaleza; aunque realmente no lo son, porque ¿cómo puede ser contra el curso ordinario de la naturaleza lo que se hace por voluntad de Dios, ya que la voluntad de un Autor y Criador tan grande y tan supremo es la naturaleza del objeto criado? Así que el portento se obra, no contra el orden de la naturaleza, sino en contraposición al débil conocimiento que se tiene de la naturaleza. ¿Y quién será suficiente para referir la inmensidad de prodigios que se hallan éscritos en las historias de los gentiles? En el que acabamos de exponer, pondremos lo que interesa al asunto presente. ¿Qué cosa hay tan puesta en orden por el Autor