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San Agustín

de practicar el que prometió é hizo que las gentes incrédulas creyesen cosas increíbles.



CAPÍTULO VIII

No es contra la naturaleza que en alguna cosa cuya naturaleza se sabe, comience á haber algo diferente de lo que se sabia.


Y si respondieren que no creen lo que les decimos de los cuerpos humanos, que han de estar continuamente ardiendo y que nunca han de morir, porque nos consta que fué criada muy de otra manera la naturaleza de los cuerpos humanos, no cabiendo aquí la explicación que se daba de naturalezas y propiedades maravillosas de algunos objetos, diciendo que son propias de su naturaleza, pues nos consta que esto no es propiedad del cuerpo humano, podemos responderles conforme á la Sagrada Escritura, es á saber: que este mismo cuerpo del hombre de un modo fué antes del pecado, cuando no podía morir, y de otro después del pecado, como nos consta ya de la penalidad y miseria de esta mortalidad que su vida no puede ser perpetua. Así, pues, muy de otra manera de lo que ahora á nosotros nos consta y de como le conocemos, se habrá en la resurrección de los muertos; pero porque no dan crédito á la Sagrada Escritura, donde se lee del modo que vivió el hombre en el Paraíso, y cuán libre y ajeno estaba de la necesidad de la muerte, porque si creyesen, no nos alargáramos tanto en disputar sobre la pena que han de padecer los condenados, conviene que aleguemos algún testimonio de lo que escriben los que entre ellos fueron los más doctos, para que se vea claramente que es posible que una cosa llegue á ser de otra manera de lo que al prin-