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La ciudad de Dios

que formó los dioses, por cuyo médio gobierna y rige el orbe, y que no niegan, antes si celebran las potestades que en el mundo obran inilagros, ya sean espontáneos, ya se consigan por medio de cualquiera acto y ceremonia religiosa, ya sean también mágicos, cuando les proponemos la virtud y fuerza maravillosa que existe en algunos entes que ni son animales racionales, ni espíritus que tengan discurso ni razón, como son los citados antes, suelen responder: esta virtud y vigor es natural, su naturaleza es de esa condición; estas virtudes tan eficaces son peculiares á las mismas naturalezas. Así que, toda su explicación de que el fuego hace fluída y derrite la sal de Agrigento, y el agua la hacechasquear y saltar, es porque ésta es su naturaleza.

Pero lo cierto es que antes parece ser contra el orden de la naturaleza, la cual suministró el agua para que derritiese la sal y no el fuego, y que se tostase al fuego y no al agua. Esta misma razón dan de la fuente existente en el país de los Garamantas, donde un caño está frío de día y hierve de noche, lastimando con una y otra propiedad á los que la tocan. Esta misma dan de la otra fuente que, estando fría al parecer de los que la prueban, y apagando como las otras fuentes el hacha encendida, no obstante, es, con efecto, bien diferente y no menos maravilloso, pues enciende el hacha apagada. Esta también dan de la piedra asbesto, la cual, no conteniendo en sí fuego alguno propio, tomándolo de otro objeto arde de manera que no puede apagarse. Esta la que dan de las demás cosas que es excusado referir, las cuales, aunque parezca que tienen una propiedad y virtud des usada contra la naturaleza, no dan de ello otra explicación sino decir que esta es su peculiar naturaleza. Breve y concisa es, á la verdad, esta razón, lo confieso, y suficiente respuesta. Pero siendo Dios el que crió todas las naturalezas, ¿á qué intentan