Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/312

Esta página no ha sido corregida
310
San Agustín

extinguible, no sólo con este ejemplar no nos estrechan, sino que nos abren un camino muy anchuroso, mediante á que para esta candela que nunca se apaga, añadimos nosotros muchos milagros ó maravillas de las ciencias así humanas como de las mágicas, esto es, las que hacen los hombres por arte é influencia del demonio y las que ejecutan los demonios por sí mismos. Las cuales, cuando intentáramos negarlas, iríamos contra la misma verdad de las sagradas letras, á quien creemos sinceramente. Así, pues, en aquella candela, ó el ingenio y sagacidad humana fabricó algún artificio con la piedra asbesto, ó era por arte mágica lo que los hombres admiraban en aquel templo, ó algún demonio bajo el nombre de Venus asistía allí presente con tanta effcacia, que pareciese real y efectivo á los hombres este milagro y permaneciese por mucho tiempo. Los demonios son atraídos para que habiten en las criaturas (que crió Dios y no ellos) con diferentes objetos deleitables conforme á su diversidad, no como animales, con manjares ó cosas de comer, sino como espíritus, con señales que convienen al gusto, complacencia y deleite de cada uno por medio de diferentes hierbas, árboles, animales, encantamientos y ceremonias. Y para dejarse atraer de los hombres, ellos mismos primero los alucinan y engañan astuta y cautelosamente, ó inspirando en sus corazones el veneno oculto de su malicia, ó apercibiéndoles con engañosas amistades. Y de éstos hacen algunos pocos discípulos, doctores y maestros de otros muchos, porque no se pudo saber sino enseñándolo ellos antes, qué es lo que cada uno de ellos apetece, qué aborrezca, con qué nombre se atrae, con qué se le haga fuerza, de todo lo cual nacieron las artes mágicas, sus maestros y artífices. Pero con esto, sobre todo, poseen los corazones de los hombres, de lo cual principalmente se glorían cuando se transfiguran en ángeles de