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San Agustín

zaron ni temieron acomodar y designar sus imágenes á las estrellas, llamándolas çon sus propios nombres.



CAPÍTULO XIV

De los teólogos postas.


En este mismo tiempo hubo también poetas, que se llamaron teólogos, porque componían versos en honor y elogio de los dioses; pero de unos dioses que, aunque fueron hombres sabios, fueron hombres ó eran elementos de este mundo, que hizo y crió el Dios verdadero, ó fueron puestos en el orden de algunos principados y potestades, según la voluntad del que los crió, y no según sus méritos. Y si entre tantas cosas vanas y falsas dijeron alguna del único y sólo Dios verdadero, adorando juntamente con él á otros que no son dioses y haciéndo—les el honor que se debe solamente á un sólo Dios, sin duda que no le adoraron legítimamente, además de que tampoco éstos pudieron abstenerse de la infamia é ignominia fabulosa de sus dioses. Entre estos teólogos poetas cítanse á Orfeo, Museo y Lino, quienes adoraron á los dioses, y ellos no fueron adorados por dioses, aunque no sé cómo la Ciudad de los impíos suele hacer que presida Orfeo en las solemnidades sagradas, ó, por mejor decir, en los sacrilegios que se celebran y dedican al infierno.

Habiendo perecido la mujer del rey Athamante, llamado Ino, y despenádose su hijo Melicertes voluntariamente al mar, la opinión de los hombres los divinizó y puso en el número de los dioses, como lo hizo igualmente con otros hombres de aquel tiempo, entre los cuales fueron Castor y Polux. Los griegos llamaron á