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San Agustín

niegan. ¿Pues quién habrá de esperar lo que estos que todavía no quieren creer en Cristo? Lo ven ya, como lo vemos nosotros cumplido, y porque no pueden negarlo (1) «erujen los dientes y se pudren y consumen».

¿Quién, digo, podría suponer que las gentes habían de esperar en el nombre de Cristo cuando le prendían, ataban, herían, escarnecían y crucificaban? ¿Cuándo los mismos discípulos (2) perdían ya la esperanza que habían comenzado á tener en él? Lo que entonces apenas un ladrón esperó en la cruz (3), ahora lo esperan las gentes que están derramadas por todo el orbe (4), y por no morir con muerte eterna se signan con la cruz en que él murió.

Ninguno hay que niegue ó dude que Jesucristo ha de hacer el juicio final de modo y manera que nos lo expresan estos testimonios de la Sagrada Escritura, sino los que no sé con qué incrédula osadía ó ceguedad no prestan su asenso á la misma Escritura, la cual se ha cumplido ya, manifestando su verdad á todo el orbe de la tierra. Así que, en aquel juicio, ó por aquellos tiempos, sabemos que ha de haber todo esto: Elías Thesbites, la fe de los judíos, el Antecristo que ha de perseguir, Cristo que ha de juzgar la resurrección de los muertos, la separación de los buenos y de los malos, la quema general del mundo y la renovación del mismo. Todo lo cual, aunque debe creerse que ha de suceder, de qué forma y con qué orden acontecerá, nos lo enseñará entonces la experiencia mejor que ahora lo puede acabar de comprender la inteligencia humnana. Sin embargo, presumo que sucederá según el orden que dejo referido.

Dos libros nos restan tocantes á esta obra para cum.

(1) Salmo 3.

(2) San Mateo, cap. XXVI (3) San Lucas, cap. XXIV.

(4) San Lucas, cap. XXIII.