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San Agustín

despojos de los israelitas, porque así lo prometió el Señor á sus apóstoles cuando les dijo (1): «que los haría pescadores de hombres». Y á uno de ellos le dijo (2): «En lo sucesivo pescarás hombres». Serán, pues, despojos más para su bien, como los vasos y alhajas que el Evangelio quita de la manos de aquel fuerte, después de haberle amarrado más fuertemente (3). Y hablando el Señor por el mismo profeta dice (4): «En aquel día procuraré destruir y acabar todas las gentes que vienen contra Jerusalén, y derramaré sobre la casa da David y sobre los moradores de Jerusalén el espíritu de gracia y misericordia, y volverán los ojos á mí por aquel á quien maltrataron, y llorarán sobre él un gran llanto, como sobre un hijo carísimo, y se dolerán como sobre la muerte del unigénito». ¿Acaso pertenece á otro que á Dios el destruir y exterminar todas las gentes enemigas de la Ciudad santa de Jerusalén que vienen contra ella, esto es, que le son contrarias? O como otros lo han interpretado, vienen sobre ella, estó es, para sujetarla á su dominio. ¿Pertenece á otro que á Dios el derramar sobre la casa de David y sobre los moradores de la misma Ciudad el espíritu de gracia yde misericordia? Esto sin duda toca á Dios, y en persona del mismo Dios lo dice el Profeta, y, sin embargo, manifiesta Cristo que él es este Dios que obra maraviilas y portentos tan grandes y tan divinos, cuando añade y dice: «y volverán los ojos á mí porque me ultrajaron, y llorarán por ello un gran llanto, como sobre la muerte de un hijo muy querido, y se dolerán como sobre la de un unigénito», porque les pesará en aquel día á los judíos, aun á aquellos que entonces han de recibir (1) San Mateo, cap. IV.

(2) San Luoas, cap. V.

(B) San Maroos, cap. III, y San Mateo, cap. XII.

(4) Zaoarias, cap. XII.