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La ciudad de Dios

los judios, tiene Dios apartado el corazón de nuestro Cristo, mediante á que no admiten que Cristo es Dios, ni Hijo de Dios. En dictamen de ellos, pues entonces se convertirá su corazón al Hijo, cuando ellos ablandando y convirtiendo su corazón, aprendieren y supieren el amor del Padre para con el Hijo. Lo que sigue, «y el corazón del hombre á su prójimo»; esto es, convertirá Elías el corazón del hombre á su prójimo, ¿qué otra cosa puede entenderse mejor que el corazón del hombre al Hombre Cristo? Porque siendo Dios nuestro Dios, tomando forma de siervo, se dignó también hacerse nuestro prójimo. Esto, pues, hará Elías: «porque cuando venga yo, no destruya del todo la tierra», en atención á que tierra son todos los que saben y gustan de las cosas terrenas, como hasta la actualidad los judíos carnales, y de este vicio nacieron aquellas murmuraciones contra Dios, cuando decían: «que le debían de agradar los malos, y que era vano é iluso el que sirve á Dios»».



CAPÍTULO XXX

Que en el Testamento Viejo, cuando leemos que Dios ha de venir á juzgar, debemos entender que es Cristo.


Otros muchos testimonios hay en la Sagrada Escritura sobre el juicio final de Dios; pero haríamos larga digresión si intentáramos reunirlos todos. Baste, pues, haber probado que lo dice así el Viejo y Nuevo Testamento, aunque en el Viejo no está tan expreso que Cristo ha de hacer por si el juicio, esto es, que haya de venir Cristo desde el cielo á juzgar, como lo está en el Nuevo: Porque cuando dice allá que vendrá el Señor