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La ciudad de Dios

dores, de modo que entre otras cosas viene á decir (1): «¿Cómo es posible que sepa Dios nuestras cosas y que en lo alto se sepa lo que acá pasa?» Y vino á decir también (2): «¿Acaso he justificado en vano mi corazón y lavado mis manos entre los inocentes?» Para resolver esta cuestión tan difícil que resulta de ver á los buenos en miseria y á los males en prosperidad, dice (3): «Esto es asunto muy difícil de comprender para mi ahora, hasta que entre en el Santuario de Dios y lo acabe de entender en el día final». Porque en el juicio final no será así, sino que descubriéndose entonces la infelicidad de los malos, y la prosperidad y felicidad de los buenos, se advertirá otra cosa muy diferente de lo que ahora pasa.



CAPÍTULO XXIX

De la venida de Elias antes del juicio, y cómo descubriendo con su predicación los secretos de la divina Escritura, se convertirán los judios.


Habiéndonos advertido que se acordasen de la ley de Moisés, porque preveía que aun después de mucho tiempo no la habían de tomar y entender espiritualmente, como sería justo, inmediatamente añade (4): «Yo les enviaré antes que venga aquel día grande y famoso del Señor, á Elías Thesbite; él les predicará y convertirá el corazón del padre en el hijo, y el corazón del hombre (1) Salmo 72, v. 11.

(2) Idem, Salmo loc. cit, (3) Idem, Salmo 72, v. 11.

(4) Malachias, cap. IV, v. 5.