Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/283

Esta página no ha sido corregida
281
La ciudad de Dios

como el hombre que tiene elegido á un hijo obediente, y que le sirve bien. Volveré y veréis la diferencia que hay entre el justo y el injusto, y entre el que sirve á Dios y el que no le sirve; porque sin duda vendrá en aquel día ardiendo como un horno, el cual los abrasará y serán todos los idólatras y los que sirven impíamente como una paja seca, y los abrasará en aquel día en que ha de venir, dice el Señor Todopoderoso, de manera que no quede raíz ni ramo de ellos. Pero á los que teméis mi nombre, os nacerá el Sol de justicia y vuestra salud en sus alas; saldréis y os regocijaréis como los novillos que se ven sueltos de la prisión, y hollaréis á los impíos hechos ya ceniza debajó de vuestros pies, dice el Señor Todopoderoso»». Esta diferencia de los pre mios y de las penas, que divide á los justos de los pecadores, y que no echamos de ver debajo de este Sol, en la vanidad dé esta vida, cuando se nos descubriere bajo de aquel Sol de justicia, en la manifestación de aquella vida, habrá ciertamente un juicio, cual nunca le hubo.



CAPÍTULO XXVIII

Que la ley de Moisés debe entenderse espiritualmente, para que, entendiéndola carnalmente, no sea con justa razón reprensible.


Lo que añade el mismo Profeta (1): «Acordaos de la ley de mi siervo Moisés, que yo le di en Horeb, para que la observase puntualmente todo Israel», refiere á propósito los preceptos y juicios después de haber de(1) Malachias, cap. IV y Exodo, cap. XX.