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La ciudad de Dios
al Señor el sacrificio de Judá y de Jerusalén, como en los tiempos pasados y como en los años primeros», inútilmente los judíos se prometen el restablecimiento de sus pasados sacrificios conforme á la ley del Viejo Testamento, pues en aquella época no ofrecian los sacrificios en justicia, sino en pecado, cuando principalmente los ofrecían por la expiación de los pecados; de modo que el mismo sacerdote (el cual debemos creer sin duda que era el más justo entre los demás, conforme al mandamiento de Dios) acostumbraba primeramente (1) «ofrecer por sus pecados y después por los del pueblo».

Por lo cual nos conviene declarar cómo debe entenderse esto que dice: «cómo en los tiempos pasados y como en los años primeros». Acaso denota aquel tiempo en el que los primeros hombres vivian en el Paraíso, pues entonces, como estaban puros y limpios de todas las manchas del pecado, se ofrecían á sí mismos á Dios por hostia y sacrificio purísimo. Pero después que fueron expulsados de aquel jardín delicioso por el enorme pecado que cometieron, y quedó condenada en ellos la naturaleza humana, á excepción del Mediador, nuestro Salvador, y después del bautismo los niños y pequeñuelos (2): «ninguno hay limpio de mancilla, como dice la Escritura, ni aun el niño nacido de un solo día»». Y si dijesen que también podemos asegurar con razón que ofrecen sacrificio en justicia los que le ofrecen con fe, porque (3) «el justo de la fe vives, aunque á sí mismo se engaña si dice que no tiene pecado y no lo dice, porque vive de la fe; ¿acaso habrá quien diga que esta época de la fe puede igualarse con aquella del último fin, (1) San Pablo, ep. & los Hebreos, cap. VII.

(2) Job, cap. XXV.

(3) San Pablo, ep. á los Romanos, cap. I, y San Juan, I ep.cap. I.