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La ciudad de Dios

contra los adúlteros, contra los que juran en falso en mi nombre, defraudan de su salario á los jornaleros, oprimen con su potencia á las viudas y maltratan á los huérfanos y no guardan su justicia al extraño, y los que no me temen, dice el Señor Todopoderoso, porque yo soy el Señor vuestro Dios que no me mudo». Por lo que aquí dice, parece se declara con más evidencia que habrá en aquel juicio varias penas purgatorias de algunos; pues donde dice: ¿Quién sufrirá el día de su entrada? ¿O quién se atreverá á mirarle con confianza á la cara?

Porque vendrá como fuego purificatorio y como hierba de los que lavan, y se sentará á acrisolar y purificar como quien acrisola el oro y la plata, y purificará los hijos de Levi y los fundirá como oro y como plata, ¿qué otra cosa debemos entender? Isaías también se explica alusivamente á esto mismo cuando dice (1): «Lavará el Señor las inmundicias de los hijos é hijas de Sión y purificará la sangre de en medio de ellos con espíritu de juicio y espíritu de incendio». A no ser que acaso hayamos de decir que se purificarán de las inmundicias, y en cierto modo se acrisolarán cuando separen de ellos á los malos por el juicio y condenación penal, de forma que la separación y condenación de los impíos sea la purificación de los buenos, por cuanto en lo sucesivo vivirán sin mezclarse con ellos los malos. Pero cuando dice: «y purificará los hijos de Levi y los fundirá como el oro y la plata, estarán ofreciendo al Señor sacrificios en justicia y agradará al Señor el sacrificio de Judá y de Jerusalén», sin duda que nos manifiesta que los mismos que serán purificados agradarán después al Señor con sacrificio de justícia. Así ellos se purificarán de su injusticia con que desagradaban al Señor, y cuando estuvieren ya limpios y puros serán los sacrificios en en (1) Isaias, cap. IX.