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San Agustín

Padre, y poseed el Reino que os está preparado desde la creación del mundo; porque cuando tuve hambre, me disteis de comer»», y lo demás que allí refiere en orden á las obras buenas de los buenos, y de los premios eternos que se les han de adjudicar por la última y definitiva sentencia.



CAPÍTULO XXV

De la profecía de Malachías en que se declara el último y final juicio de Dios; y quiénes son los que dice que se han de pnrificar con las penas purgatorias.


El profeta Malachías ó Malachí, á quien igualmente llamaron Angel, y piensan algunos que es el sacerdote.

Esdras, de quien hay admitidos en el Canon otros libros (porque esta opinión dice Jerónimo que es válida entre los hebreos), vaticinó el juicio final, diciendo (1): «Ved que viene el Señor que vosotros aguardáis, dice el Señor Todopoderoso: ¿Y quién podrá sufrir el día de su entrada? O quién se atreverá á mirarle seguro á la cara? Porque vendrá como fuego purificatorio y como la hierva ó jabón de los que lavan. Y se sentará como juez á acrisolar y purificar. Como quien acrisola el oro y la plata purificará los hijos de Leví; los fundirá y colará, los hará pasar por el coladero, como dicen, como se pasa el oro y la plata, y ellos ofrecerán al Señor sacrificios en justicia, y agradará al Señor el sacrificio de Judá y de Jerusalén, como en los tiempos pasados y como en los años primeros. Y vendrá á vosotros en juicio y seré testigo veloz y pronto contra los perversos, (1) Malachias, cap. III.