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San Agustín

evidencia con voz terrible de juez, el que cuando vino primero encubierto calló delante del juez de la tierra, cuando (1), «como una mansa oveja se dejó llevar para ser inmolado, y no abrió su boca, como el cordero cuando le están esquilando», según lo leemos en el profeta Isaías, y lo vemos cumplido en el Evangelio. Por lo res pectivo al fuego y tempestad, ya dijimos cómo había de entenderse, tratando un punto que tiene cierta coherencia y correspondencia con el de la profecía de Isaías (2).

En lo que dice: «convocará el cielo arriba», supuesto que con mucha conformidad los santos y los justos se Ilaman cielo, esto será lo mismo que dice el apóstol (3).

«Juntamente con ellos seremos arrebatados y llevados en las nubes por los aires á recibir á Cristo». Porque, según la inteligencia material y superficial de la letra, ¿cómo se llama y convoca el cielo arriba, no pudiendo estar sino arriba? Lo que añade, «y la tierra para discernir y juzgar su pueblo», si solamente se entiende por la palabra advocabit, convocará, esto es, convocará también la tierra, y no se entiende la palabra sursum; arriba, parece tendrá este sentido según la fe católica; que por el cielo entendamos aquellos que han de juzgar con el Señor, y por la tierra los que han de ser juzgados. Y al deeir convocará el cielo arriba», no entendemos aquí que los arrebatará por los aires, sino que los subirá y sentará en los asientos de los jueces. Puede entenderse también «convocará el cielo arriba», esto es, en los lugares superiores y soberanos por convocará á los ángeles, para bajar con ellos á hacer el juicio. Convocará también la tierra, esto es, los hombres que han de ser juzgados en la tierra. Pero si hemos de suponer que se entienden (1) Isaias, cap. LIII. v. 7.

(2) Isaias, cap. LXV.

(8) San Pablo, I ep. á los Thesalónicos, cap. IV.