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La ciudad de Dios

cado en una sierpe, lo que significó que había de ser un grande héroe, y porque el templo era común y se ignoraba quiénes eran sus padres, se dijo ser hijo de Vulcano y de Minerva. Sin embargo, la otra que es fábula, nos declara y manifiesta con más claridad el origen de su nombre, que no ésta que es la historia. ¿Pero qué nos importa que en sus libros verdaderos enseñen é instruyan esto á los hombres religiosos, si en los juegos falsos y engañosos deleitan con aquello á los inmundos demonios, á quienes, sin embargo, los religiosos gentiles adoran y reverencian como á dioses? Y cuando nieguen de ellos todas estas cosas, no pueden absolverlos totalmente de la culpa, pues pidiéndolo ellos establecen y celebran unos juegos, en los que se representa con torpezas lo que al parecer con prudencia y discreción se niega. Y advirtiendo al mismo tiempo que con estas falsedades y disoluciones se aplacan los dioses, aunque la fábula nos cuente el crimen que falsamente imputan á los dioses, el deleitarse con la culpa, aunque sea falsa, es culpa verdadera.



CAPÍTULO XIII

De las fabulosas ficciones que inventaron al tiempo que comenzaron los hebreos á gobernarse por sus jueces.


Después de la muerte de Josué, el pueblo de Dios comenzó á gobernarse por jueces, en cuyos tiempos gustaron en ocasiones de la adversidad y calamidades por sus pecados, y á veces de la prosperidad en los consuelos por la misericordia de Dios. Por este tiempo se inventaron algunas fábulas: la de Triptolemo, quien por mandato de Ceres, conducido por unas sierpes que vo-