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San Agustín

hace, ó porque aquellos mismos portentos, aunque sean verdaderos, han de ser para atraer a la mentira á los que creyeren que aquéllos no pudieron hacerse sin virtud divina, ignorando la virtud y potestad que tiene el demonio, principalmente cuando le concederán poder que jamás tuvo; pues, en efecto, no diremos que fueron fantasmas cuando vino fuego del cielo y consumió de un golpe tan dilatada é ilustre familia con tantos y tan numerosos hatos de ganado del Santo Job, y cuando el torbellino impetuoso, derribando la casa, le mató los hijos; todo lo cual fué, sin embargo, obra de Satanás, á quien dió Dios este poder. A cuál de estas dos causas las llamó señales y prodigios mentirosos, entonces se echará de ver mejor, aunque por cualquiera de ellas que los llame así, serán alucinados y engañados con sus señales y prodigios los que merecerán ser seducidos, porque no recibieron, dice, el amor de la verdad para que se salvaran. Y no dudó el Apóstol añadir (1): «y por eso les enviará Dios un espíritu erróneo, para que crean á la mentira y á la falsedad». Dice que Dios le enviará, porque Dios permitirá que el demonio ejecu te estas maravillas por sus justos é impenetrables juicios, aunque el demonio lo haga con intención inicua ó maligna. Para que sean juzgados, dice, y condenados todos cuantos no creyeren en la verdad, sino que consintieron y aprobaron la iniquidad, por cuya razón los juzgados serán engañados, y los engañados serán juzgados, aunque los juzgados serán engañados por aquellos juicios de Dios, ocultamente justos, y justamente ocultos, con los cuales desde el principio, desde que pecó la criatura racional, nunca dejó de juzgar. Y los engañados serán juzgados con el último y manifiesto juicio por Jesucristo, que juzgará y condenará justísimamente, habiendo (1) San Pablo, II ep. á los Thesalonicenses, cap. II, v. 10.