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San Agustín

do. Mas ellos ignoran, porque quieren, que al principio fueron eriados los cielos por la palabra de Dios, y que la tierra se dejó ver fuera del agua; y subsiste en medio de las aguas. Y que por estas cosas, el mundo que entonces era, pereció sumergido en las aguas. Mas loscielos y la tierra que ahora subsisten por la misma palabra, estan reservados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos. Carísimos, una cosa hay que no debéis ignorar, y es, que delante del Señor un día es como mil años, y mil años como un solo día. No tardará el Señor, como piensan algunos, en cumplir su promesa, sino que por amor de vosotros espera con paciencia, no queriendo que algunos se pierdan, sino que todos se conviertan á él por la penitencia; porque el día del Señor vendrá como un ladrón, y entonces los cielos pasarán con grande impetu, los elementos se disolverán por el calor del fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será abrasada. Como todas estas cosas han de perecer, ¿cuáles debéis ser vosotros, y cuál la santidad de vuestra vida, y la piedad de vuestras acciones esperando y deseando que venga pronto la venida del día del Señor, en que el ardor del fuego disolverá los cielos y derretirá los elementos? Porque esperamos, según sus promesas, unos cielos nuevos y una tierra nueva, donde habitará la justicia». En esta su carta no dice cosa particular de la resurrección de los muertos, aunque sin duda ha dicho lo bastante acerca de la destrucción de este mundo, donde refiriendo lo que acaeció en el Diluvio, parece que en cierto modo nos advierte cómo hemos de entender y creer que al fin del siglo ha de perecer toda la tierra: porque igualmente dice que pereció en aquel tiempo el mundo que florecía entonces, y no sólo el orbe y globo de la tierra, sino también los cielos, por los cuales entendemos sin duda el aire hasta el espacio