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La ciudad de Dios

ñamos á nosotros mismos, y no está la verdad en nosotros». Aunque en este libro del Apocalipsis se declaran muchos misterios en estilo profético para excitar el entendimiento del lector, y hay pocas expresiones en él, por cuya claridad se puedan rastrear (poniendo algún cuidado y molestia) las demás, especialmente porque de tal suerte repite de muchas maneras las mismas cosas, que parece que dice otras; averiguándose que estas mismas las dice de una y otra y muchas maneras; con todo, las palabras donde dice: «que les limpiará todas las lágrimas de sus ojos y que no habrá más muerte, ni llanto, ni clamores, ni género de dolor, con tanta luz y claridad se dicen del siglo futuro y de la inmortalidad y eternidad de los santos (porque entonces solamente y allí precisamente no ha de haber estas cosas), que en la Sagrada Escritura no hay que buscar cosa clara si entendemos que éstas son obscuras.



CAPÍTULO XVIII

Qué es lo que el apóstol San Pedro predicó del último y final juicio de Dios.


Veamos ahora qué es lo que igualmente escribió el apóstol San Pedro de este juicio final (1). «Primeramente, dice, sabed que en los últimos tiempos vendrán unos impostores artificiosos, que seguirán sus propias pasiones; y dirán: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que murieron nuestros padres, todas las cosas perseveran como desde el principio del mun(1) San Pedro, ep. II, cap. III desde vers. 3, hasta el 13 inalusive.