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San Agustín

▸ 232 SAN AGUSTIN otro, es á saber, la atadura y prisión del demonio, y el reino de los santos, con unos mismos mil años, supuesto que tres años y seis meses antes se acaba la atadura del demonio, que el reino de los santos con Cristo en estos mil años? Y si dijésemos que este pequeño espacio de dicha persecución no debe contarse en los mil años, sino que, cumplidos, debe añadirse, para entender bien lo que dice el Apocalipsis de que los sacerdotes de Dios y de Cristo reinarán con el Señor mil años (1), añadiendo que cumplidos los mil años soltarán á Sata nás de su cárcel, pues así da á entender que el reino de los santos y la prisión del demonio han de cesar á un mismo tiempo, para que después el espacio de aquelia persecución se entienda no perteneciente al reino de los santos ni á la prisión de Satanás, cuyas dos circunstancias se incluyen en los mil años, sino añadido, y que debe contarse fuera de ellos, nos será forzoso confesar que los santos en aquella persecución no reinarán con Cristo, ¿Pero quién habrá que se atreva á decir que entonces no han de reinar con él sus miembros, cuando particular y estrechamente estarán unidos con él, y en el tiempo en que cuanto fuere más vehemente la furia de la guerra, tanto mayor será la gloria de la firmeza y constancia, y tanto más numerosa la corona del martirio? Y si por causa de las tribulaciones que ha de padecer no hemos de decir que han de reinar, se deducirá que tampoco en los mismos mil años cualquiera de los santos que padecía tribulaciones, al tiempo de padecerlas no reinó con Cristo; y, por consiguiente, tampoco'aquellos cuyas almas vió el autor de este libro, según dice, que padecieron muerte por dar testimonio de la fe de Cristo y por la palabra de Dios, reinarían con Cristo cuando padecían la persecución, y (1) Apocalipsis, cap. XX, v. 6.