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La ciudad de Dios

no es el fuego del juicio final, y sí el castigo que ha de dar Cristo cuando venga á los perseguidores de su Iglesia, á los cuales hallará vivos sobre la tierra cuando ha de matar al Antecristo con el espíritu de su boca (1): «si á este castigo, digo, llama fuego que desciende del cielo, y que los consume», tampoco éste será el último castigo de los impíos, sino el que han de padecer después de la resurrección de los cuerpos.



CAPÍTULO XIII

Si se han de contar los mil años antes del tiempo de la persecución del Antecristo.


Esta última persecución, que será la que ha de hacer el Antecristo (como lo hemos'ya insinuado en este libro, y se halla en el profeta Daniel), durará tres años y seis meses (2), cuyo tiempo, aunque corto, con justa causa se duda si pertenece á los mil años en que dice que estará atado el demonio, y en que los santos reinarán con Cristo (3), ó si este pequeño espacio ha de aumentarse á los mismos años, y ha de contarse fuera de ellos. Porque sí díjésemos que este espacio pertenece á los mismos años, hallaremos que el reino de los santos con Cristo se entiende más tiempo de lo que está el demonio atado, pues sin duda los santos con su Rey reinarán también con especialidad durante la persecución, venciendo y superando tantos males y calamidades cuando ya el demonio no estará atado, para que pueda perseguirlos con todas sus fuerzas. En tal caso, ¿de qué forma determina esta Escritura y limita lo uno y lo (1) San Pablo, II, ep, á los thesalonicenses, cap. II.

(2) Daniel, cap. XII.

(3) Apocalipsis, cap. XX, v. 2.