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San Agustín

viere hasta que se concluyan los mil años, esto es, en todo este tiempo en que se efectúa la primera resurección, no oyere la voz del Hijo de Dios y no procurare pasar de la muerte á la vida, sin duda que en la segunda resurrección, que es de la carne, pasará á la muerte segunda con la misma carne. San Juan añade: «Esta es la primera resurrección: bienaventurado y santo es el que tiene parte en esta primera resurrección». Esto es, el que participa de ella; y sólo participa de ella el que no sólo resucita y revive de la muerte que consiste en los pecados, sino que también en lo mismo que hubiere resucitado y revivido permanece. «En estos, dice, no tiene poder la muerte segunda». Pero en los demás, en los que dijo arriba, sí la tiene. Los demás no vivieron hasta el fin de los mil años, porque en todo este espacio de tiempo, que llama mil años, por más que cada uno de ellos vivió en el cuerpo, no revivió de la muerte en que le tenía la inpiedad, para que, reviviendo de esta manera, se hiciera partícipe de la primera resurección y no tuviera en él poderío la muerte segunda.

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CAPÍTULO X

Cómo se ha de responder a los que piensan que la resurrección solo pertenece a los cuerpos y no á las almas.


3 Hay algunos que opinan que la resurrección no se puede decir sino de los cuerpos, y por eso pretenden establecer como inconcuso que esta primera ha de ser también de los cuerpos, porque de los que caen, dicen,: es el levantarse, y los que caen muriendo son los cuerpos, pues de caer se dijeron en latín, los cuerpos muertos cadavera; luego no puede haber, infieren, resurrec.