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San Agustín

mente ahora es reino de Cristo, porque de otra manera no se hiciera memoria de ellos en el altar de Dios, en la comunión del Cuerpo de Cristo, ni nos aprovecharía el acogernos en los peligros é su bautismo, para que sin él no se nos acabe esta vida, ni á la reconciliación, si acaso por la penitencia ó mala conciencia está uno apartado y separado del gremio de la Iglesia. ¿Y por que se hacen estas cosas, sino porque también los fieles difuntos son miembros suyos? Así que, aunque no sea con sus cuerpos, ya sus almas reinan con Cristo mientras duren y corren estos mil años. En este mismo libro y en otras partes leemos (1): «Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor, en su amistad y gracia, porque esos en lo sucesivo, dice el Espiritu Santo, descansarán de sus trabajos, pues las obras que hicieron los siguen»». Por esta razón reinará primeramente con Cristo la Iglesia en los vivos y en los difuntos; pues como dice el Apóstol (2): «Por eso murió Cristo para ser Señor de los vivos y de los difuntos»: y por lo mismo sólo hizo mención de los mártires, porque principalmente reinan después de muertos los que hasta la muerte pelearon por la verdad. Pero como por la parte se entiende el todo, también entendemos todos los demás muertos que pertenecen á la Iglesia, que es el reino de Cristo, Lo que sigue «y los que no adoraron la bestia ni su imagen, ni recibieron su marca ó carácter en sus frentes ó en sus manos», lo debemos entender juntamente de los vivos y de los difuntos. Quién sea esta bestia, aunque lo hemos de indagar con más exactitud, no es ajeno de la fe católica que se entienda por la misma Ciudad impía, y por el pueblo de los infieles, enemigo (1) San Mateo, cap. XII.

(2) San Pablo, ep. á los Romanos, cap. XII,